"El sistema educativo estará cojo mientras no
incorpore la inteligencia emocional"
La investigadora Begoña Ibarrola
considera que "muchos casos de bajo rendimiento académico tienen su origen
en problemáticas de tipo emocional y no en falta de capacidad cognitiva de los
alumnos"
"En los centros donde han
incorporado educación emocional en las aulas prácticamente no hay problemas de
conducta ni de acoso"
"Los líderes políticos, sociales o
empresariales cada vez tienen más presentes estrategias que responden a la
inteligencia emocional"
Begoña
Ibarrola es psicóloga, musicoterapeuta, investigadora y especialista en inteligencia
emocional. Lleva más de 20 años formando a docentes en este ámbito y cuenta con
una amplia producción editorial, en la que destaca colecciones como 'Cuentos
para sentir, Cuentos para educar a niños felices', o 'Cuentos para
descubrir sus inteligencias'. Defiende la importancia de la educación emocional
en las aulas para reducir el fracaso escolar además del bullying y asegura con
firmeza que el sistema educativo "estará cojo" mientras no incorpore
esta asignatura pendiente, "porque el ser humano tiene que educar
diferentes dimensiones, no solamente la cognitiva".
El sistema
educativo no contempla 'per se' la educación emocional entre las competencias
que debe adquirir el alumnado ¿Está incompleta la enseñanza sin esa disciplina?
El sistema
educativo está cojo sin esa educación emocional porque el ser humano tiene que
educar diferentes dimensiones no solamente la cognitiva. Quizás toda la parte
académica y todos los planes de estudio y todo lo que es diseño curricular va
enfocado a desarrollar la dimensión cognitiva del ser humano pero la parte
emocional que hay que educarla y que hay que enseñar a niños desde bien
pequeños a regular sus emociones y a saberlas expresar y servirse de las para
sentirse mejor y para conviven mejor con los demás todo esto está fuera del
sistema educativo. Pero llevo 20 años dando cursos de inteligencia emocional a
claustros y a nivel particular, cada vez hay más colegios que se dan cuenta de
que necesitan formarse en este ámbito para luego llevarlo a las aulas, pero siguen
siendo iniciativas particulares y debería estar incluso en el plan de estudios
de la facultad de educación. Es necesario formar a los futuros maestros para
que sepan educar las emociones en el aula.
¿Cómo
influye en los escolares ese desconocimiento emocional?
En primer
lugar, muchos problemas de conducta y bajo rendimiento académico tienen su
origen en problemáticas de tipo emocional y no en falta de capacidad cognitiva
de los alumnos. Cuando la neurociencia ya demuestra como las emociones afectan
al aprendizaje y que hay emociones que dificultan el aprendizaje y otra ayudan
a formarse a los niños, nos damos cuenta de que muchos niños se pueden bloquear
ante una ansiedad y unos nervios por un examen y no poder demostrar lo que
saben; otros tienen miedo a una asignatura y se enfrentan a su aprendizaje
desde un punto de vista muy deficitario, con mucha tensión e incluso preparando
su mente para no entender para que rechace esos contenidos por miedo al
resultado. Es decir, hay mucha interferencia de las emociones en la conducta y
en el aprendizaje. Precisamente, en casi todos los colegios, cuando trabajan
los problemas de conducta se dan cuenta de que detrás hay una inestabilidad
emocional. Pero dándoles herramientas se podrían evitar muchísimos problemas de
conducta y evitar fracaso escolar, que hay unos niveles altos sobre todo en
secundaria.
Los casos de
suicidio o bullying entre los escolares, ¿podrían evitarse o disminuir con más
educación emocional?
Estoy
convencida de ello. En los centros donde han incorporado educación emocional en
las aulas prácticamente no hay problemas de conducta ni acoso en las aulas. En
el bullying hay dos elementos, el acosador y el acosado. Hay que trabajar con
ambos. No solo con el niño que utiliza comportamientos violentos para humillar
o maltratar a otros, también hay que fortalecer al niño acosado, al débil, al
sumiso que se deja falta al respeto. Hay que darles herramientas para manejar
esas situaciones, fortaleciendo a los que son más débiles, generando en ellos
la resilencia, la capacidad de enfrentarse a situaciones difíciles y Se ha de
trabajar la asertividad como elemento clave para evitar conductas agresivas. En
los casos más extremos, de suicidio, hay estudios como los de la Universidad de
Málaga que correlacionan un mayor desarrollo de competencias emocionales con
prevención de suicidio.
¿Los niños
acaban siendo conscientes del valor de estas habilidades?
Sí. Son muy
hábiles para poner en práctica las cosas que les enseñan y si ven que les
funcionan, las mantienen y las perpetúan. Generan hábitos emocionalmente
saludables en cuanto se dan cuenta de que esa herramienta en la práctica les
resulta válida. Pero para ello tiene que probarlo. No reaccionar con violencia
hacia determinadas situaciones, la primera vez cuesta, la segunda también, pero
la tercera cuando van poniendo en funcionamiento esas herramientas y ven los
resultados, ellos mismos se motivan y convierte esas herramientas en un hábito,
se queda impreso en su forma de comportarse.
¿Desde qué
edades podría aplicarse?
He
desarrollado programas de inteligencia emocional, el programa sentir y pensar,
editado por SM en el 2011, desde los tres años. Con actividades, juegos y
dinámicas adaptadas a su edad, la etapa de infantil es fabulosa para empezar a
entrenarles en determinadas habilidades emocionales. Lo ven como un juego, como
algo divertido y lo van incorporando sin darse cuenta. Así llegan a primera con
una base y es entonces cuando se empiezan a trabajar también con unos conceptos
para que entiendan, por ejemplo, lo importante que es una técnica de relajación
para prevenir el estrés que aprendan lo importante que es que se quieran a sí
mismos sin compararse con los demás.
En las entrevistas de
trabajo, cuentan cada vez más, las competencias emocionales frente al
currículum académico
No obstante,
nunca es tarde para ponerse a ello y sería aconsejable dado que la inteligencia
emocional parece no abundar entre los adultos. ¿Comparte esta sensación?
Sí, es una
carencia de los adultos porque no nos han formado en ello. A título personal,
en función del interés de cada cual, algunas personas se han ido preparando en
este aspecto. Es cierto, las investigaciones de Howard Gardner sobre
inteligencias múltiples nos dicen que las dos inteligencias que forman parte de la
inteligencia emocional, que son la intrapersonal y la interpersonal se pueden
desarrollar en cualquier momento de la vida. Esto es muy tranquilizante. Nos
pude costar más cambiar determinados hábitos que ya se han asentado en
nosotros, pero cuando tomas conciencia de que puedes dar otro tipo de
respuestas y te entrenas y compruebas que es más saludable para ti y que mejora
la convivencia con los demás, lo cambias. Cuanto antes empecemos, muchísimo
mejor.
¿Percibe
usted que las mujeres tienen más destrezas en este terreno que los hombres o va
en la persona?
No he visto
esa diferencia pero sí veo que hay diferencias a nivel de empatía o
sensibilidad social. Quizás las mujeres tenemos una capacidad mayor para
advertir lo que están sintiendo otros y una mirada más atenta a los procesos
internos de otros. Pueden sintonizar de forma más fácil, averiguar cómo el otro
se siente, somos más proclives a evaluar las señales sociales. Los hombres
igual no son tan intuitivos. Pero también me he encontrado con hombres
tremendamente empáticos o sea que no me atrevo a afirmar que la variable género
sea un factor que incida de una forma tan profunda en la adquisición de las
competencias emocionales, más bien está en la actitud personal.
Estas
habilidades son fundamentales para un buen líder ya sea en el ámbito político,
social o empresarial. ¿Distingue en ellos o ellas competencias emocionales?
En algunos
momentos todos los líderes tienen fallos. En sus respuestas se reflejan que no
han regulado bien sus emociones, no han sido asertivos pero en otros momentos
ocurre lo contrario y nos sorprenden. Muchos líderes políticos y sociales sí
son sensibles, se nota que ponen en funcionamiento estrategias que responden a
la inteligencia emocional, cada vez tienen más presentes estas técnicas sobre
todo a nivel interpersonal. ¿Qué sean modélicos en este aspecto? Pues no. Pero
muy pocas lo somos porque siempre la vida nos enfrenta a situaciones muy
difíciles que pone en juego ese talante.
¿Es cierto
que el ámbito laboral se ha convertido también en un valor añadido?
Yo doy
cursos al INEM y me comentan que, en las entrevistas de trabajo, cuentan cada
vez más las competencias emocionales frente al currículum académico. En una
entrevista puedes provocar situaciones en las que se vea cómo reacciona el
candidato, por ejemplo, al lanzarle una provocación. Observar cómo es capaz de
resolver conflictos o cómo sería capaz de liderar un proyecto o medir su
autoestima. Estos elementos han demostrado ser que son más proyectores de éxito
que los académicos.